• A Silent Fiction

    Es mi mundo, es lo que me apasiona y lo que me interesa, bienvenido..

  • Protest the Hero

    PTH te parte la cara con este DVD, a mi me la partió

  • La Butaca Bizarra

    En este segmento del blog compartiré con vos películas que me gustan...

PTH: Gallop meets the earth (CD/DVD)

El re encuento con PTH no pudo estar mejor, me fascina esa banda... entonces me puse a buscar dvd's de la gente y hay varios obvio, pero m3h por el tracklist me quedé primero con este, luego pongo los demás..


Background de la banda:

Protest the Hero (abreviado como PTH o simplemente Protest) es una banda canadiense de Whitby, Ontario. Formada en 1999 bajo el nombre Happy Go Lucky, desde entonces jamas han cambiado su formación. su primer trabajo como Protest The Hero(nombre que se pusieron un poco antes de lanzar este disco) fue A Calculated Use of Sound EP (2003) (antes de este EP hay registrado un vinilo llamado "Search for the Truth 7" el que contenia dos canciones llamadas "Silent Genocide" y "Is Anybody There?"), segun fuentes Luke en la pagina Formspring dijo que este vinilo fue hecho cuando ellos tenian 13 años, luego realizaron su primer álbum Kezia (2005) bajo el sello Underground Operations. En enero 23, 2006 la banda oficialmente firmo con Vagrant Records para la publicación de Kezia en los Estados Unidos. Kezia (el mejor disco de esta gente a mi gusto) fue lanzado en US el 4 de abril de 2006.



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La butaca bizarra presenta: Steve-O Don't try this at home Vol II

Fuck, que dificil encontrar estos dvd's, tons luego les pongo el Vol I... Si son seguidores de Jackass o Wildboyz conocerán de sobra a Steve-O, una de mis personas favoritas... el hombre está loco y eso me sienta bien.. en estos dvd's aparecen también Ryan Dunn, Jason "WeeMan" Acuña, Chris Pontius (d'oh), Preston Lacy y Johnny Knoxville...

Censurado hasta la médula Steve-O siempre ha encontrado la manera de que sus excentricidades nos lleguen a lo más profundo (ñeee) y es que en una de las escenas el hombre se engrapa el escroto a la pierna, se bombea vodka en las venas, escupe fuego haciendo un backflip y se quema la cara.. para qué les digo más? Mejor vean y lloren.. o disfruten (como en mi caso)...


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The London Dungeon

The London Dungeon es un museo que se centra en describir algunas de las épocas más negras de la historia inglesa, tales como la peste bubónica y el gran incendio de 1666 (del que luego haré una entrada), también cuenta con atracciones interactivas para los visitantes donde pueden ser llevados a juicio, ser condenados injustamente y ser fusilados de manera realista, entre otras como lo especifico en este apartado:

1.Tortura: El nombre lo dice todo. Un actor a modo de condenado, ilustra de manera muy real, los diferentes métodos de tortura con los que se castigaban a los “malvados”. Los visitantes también participan en el show, así pueden llevarse la típica foto con la cabeza metida en la gillotina.

2. Labyrinth of the Lost: Uno de los grandes atractivos. Los visitantes son conducidos a un gigantesco laberinto con paredes espejo donde tendrán que encontrar la salida. Por si la sensación de verte reflejado desde todos los ángulos posibles no es de por sí agobiante, los actores, perfectamente caracterizados intentarán asustaros en cada esquina, y seguro que lo consiguen.


3. La gran plaga: Ambientada en la plaga de peste bubónica que asolo no solo Inglaterra, sino buena parte de Europa alrededor del 1665 y que causó la muerte de millones de personas. Los visitantes son conducidos a una habitación donde un grupo de personas recrean a unos médicos que intentan curar a los enfermos. El edor que provocaba la enfermedad en las personas también forma parte de la ambientación de la performance.

4.Sweeny Todd: El tema está en de actualidad gracias a la nueva película de Tim Burton. Sweeny Tood, conocido como el “Barbero del infierno de la calle Flint”, será el encargado de daros un buen afeitado…terroríficamente divertido.



5.Traitor, Boat Ride To Hell: Un figurado paseo en barco, perfectamente ambientado con niebla y sonidos del mar.

6.Jack el Destripador: Espacio dedicado al famoso asesino de prostitutas “Jack el destripador”. Una serie de imágenes con narración relata todo todo lo sucedido alrededor de los dos últimas víctimas de Jack. Después, los visitantes son conducidos a un mortuorio improvisado donde proyectan una película con imágenes de tres sospechosos.



7.El gran incendio de Londres: Un vídeo informa de todo lo acontecido durante el gran incendio que destruyó buena parte de Londrés en 1666. El humo, las luces, y los sonidos harán que los visitantes se pongan en la piel de los ciudadanos que vivieron aquella catástrofe.

8. Extremis: Drop Ride to down: Los visitantes participan en la simulación de un juicio, donde serán acusados, juzgados injustamente y fusilados. Esta parte del recorrido es especialmente realista.



Interesante ride, no creen?

La butaca bizarra presenta: Jackass 2.5 (2007)

Steve-O aseguró en septiembre de 2007 en un programa estadounidense que la tercera película de Jackass se comenzará a rodar en enero de 2008, desde luego una gran noticia para todos los seguidores de Jackass.
Esto se confundió con el lanzamiento de Jackass 2.5, partes deshechadas de Jackass 2, y que se estrenaría gratis en internet antes de salir en DVD.
Jackass 2.5 es una "tercera película" surgida por escenas desechadas de la segunda película. Estas escenas van acompañadas de comentarios de miembros de Jackass y sobre todo del director Jeff Tremaine.
La película estuvo disponible para ver en internet durante el mes de diciembre de 2007 y se estrenó en DVD el 21 de marzo de 2008.


I'm a Jackass freak, leave me alone!

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La butaca bizarra presenta: Irréversible (2002)

Hace unos meses ya tuve la oportunidad de ver esta película, la cual me dejó impactada pero me gustó (Monica Bellucci caray! demasiado guapa).

Este film de Gaspar Noé relata la historia que se desata tras la violación de una mujer (explícita y dura secuencia de 9 minutos de duración que originó el escándalo) y la posterior venganza por parte de su novio. La narración -con otras escenas muy violentas- se relata temporalmente desde el final hasta el comienzo. No apta para corazones sensibles.


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Alice in Chains

Bueno fijo mucha gente fan de AiC debe tener este disco pero yo igual lo quiero compartir ya que es para mi un disco muy muy especial y significativo, igual es mi blog y pongo lo que quiero, muahaha.. además de que en canciones como Down in a hole, Angry Chair y Would? es inevitable no desgalillarse.. simplemente un disco para viajar...


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Blackfield Live in NY

Steven Wilson y Aviv Geffen nos traen esta joya imperdible, se trata de el disco del dvd grabado en el Bowery Ballroom en New York, el cual contiene una mezcla de sus dos primeros discos: Blackfield y Blackfield II. Temas conocidos como Pain, Hello y 1000 people (que son algunos de mis favoritos personales) y Clowdy now, Epidemic y Glow prometen llevarte donde la pasión y el arte se mezclan para regalarte un viaje muy especial.


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Las dimensiones del desastre

Hace casi 25 años de la tragedia de Chernobyl, dentro de mis primeras entradas coloqué unas fotos de lo que aún es la ciudad de Prypiat y aún no deja de resultarme espeluznante lo que aconteció ese 26 de abril del año 1986, yo contaba con 4 meses de gestación en esa época y sin duda agradezco a la vida haber nacido en este país y no haber estado en el vientre de alguna de esas mujeres que sufrieron por este acontecimiento.


Soy muy seguidora del programa español Cuarto Milenio y quiero compartir con ustedes si es que no lo han visto este "docu-reportaje" sobre aquel día (no se puede evitar la cháchara religiosa en estas cuestiones, así que si no son creyentes solo ignórenlo). Espero que lo vean con mucho respeto y sepan reconocer a los hombres que dieron su vida por salvar a sus compatriotas y al mundo de algo tan terrible, aparte de las víctimas que aun viven y que cargan en sus cuerpos la terrible marca de la radiactividad, repudiando el secretismo ruso acerca de este desastre y esperando que algo de esta magnitud no vuelva a ocurrir jamás.

*Lo que verán contiene imágenes y la participación del señor Igor Kostin, fotógrafo quien arriesgó su vida para dejarnos las primeras imágenes del día de la explosión.

En opinión personal, creo que el hombre es una máquina devastadora y causante de todos los males de los que muchos somos víctimas, espero que lo que está pasando en Japón si bien "al parecer" no es algo grave (lo pongo así por que no sé si nos estarán ocultando algo como hizo la Unión Soviética para no alarmar y causar pánico) sea una luz que ilumine a los responsables de las plantas nucleares para que dejen en paz algo que no pueden controlar, espero que dejen de destruir al planeta de una vez por todas. Con esto concluyo y a continuación "Chernobyl - La noche del fin del mundo".
























La psicofonía asesina

A finales de los 80's y principios de los 90's en un chalet a las afueras de Madrid, varios personajes importantes se reunieron como acostumbraban (no siendo el mismo grupo siempre) a cenar y departir, entre ellos se encontraba Germán de Argumosa, uno de los más reconocidos parápsicólogos de la historia (q.d.D.g), a quien se le pidió realizar una grabación psicofónica en aquella casa.


El profesor de Argumosa accedió y se dirigieron al sótano de la casa, puso una grabadora en medio del mismo y ésta empezó a grabar lo que sería la psicofonía más larga y realista jamás conocida, la cual dura un tiempo de 10 minutos y que mezcla sonidos de campana, tremendos quejidos de dolor y un desgarrador aviso de muerte.

El profesor nunca permitió que nadie escuchara los 10 minutos completos, aunque si fueron escuchados por personas estudiosas y catedráticas del tema declarándola un acontecimiento de suma importancia, ésta grabación cobró la vida de un diplomático chileno solamente conocido por el nombre de Juan, el cual murió pidiendo agua; se estaba ahogando, ya que dentro de la psicofonía de escuchaba una voz de mujer que claramente decía: "Ya te tengo Juan, te mataré! Te matareeee!"

Germán de Argumosa permitió en el programa Cuarto Milenio transmitir 1 minuto de esa grabación ya que es sumamente perturbadora y podría causar algún tipo de efecto en personas sensibles. El video lo dejo a continuación.


Sombras en la cuidad de la luz

Las Catacumbas de París son uno de los lugares más curiosos y bellos del mundo para los amantes de lo macabro. Uno de los "cementerios" más famosos de París. Fué en el año 1786 cuando se tuvo la genial idea de trasladar los huesos del poco higiénico cementerio de Les Halles, aprovechando las canteras excavadas en la época galorromana a 20 metros de profundidad en la base de tres colinas: Montparnasse, Montrouge y Montsorius.


Su nombre oficial es "Les carrières de Paris", en francés, pero vulgarmente son conocidas como "las catacumbas".

Durante 15 meses se trasladaron millones de huesos de multitud de cementerios, en carruajes y cruzando la ciudad de noche. Fueron depositados sin ningún tipo de intención "artistica", amontonados, hasta que el Inspector General de Canteras, decidió colocar los huesos de la parte delantera en forma de muralla, dandole el aspecto que tienen hoy en dia, con una placa identificando la procedencia de los restos y pequeños altares con epitafios en latín que adornan el camino.


Los millones de huesos de las catacumbas han sido testigos de multitud de acontecimientos, desde la fiesta organizada por Carlos X antes de la revolución, pasando por refugio de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial, ó, más recientemente, por ritos satánicos, motivo por el cual han sido cerradas y sólo abiertas al público como si se tratase de un monumento más al servicio de los turistas.


En la actualidad los huesos están acomodados en forma de "muralla", decisión tomada por el Inspector General de Canteras en aquel entonces, donde se pueden encontrar placas identificando la procedencia de los huesos e incluso pequeños altares conteniendo epitafios en latín.

De los más de 300 kilómetros de galerías, sólo hay abiertas al público menos de 1 kilómetro. Sin embargo, existen entradas secretas a lo largo de París, lo que permite ingresar a las catacumbas por medio de las alcantarillas, el metro, etc. En raras ocasiones las personas hacen uso de estos accesos para entrar en ellas.

 Es común escuchar voces fantasmales provenientes de otros grupos que se sumergen ilegalmente en las catacumbas. También es posible encontrar tramos con más de un metro de agua, entre túneles estrechos no aptos para claustrofóbicos.

Un lugar tan inhóspito, es por supuesto el lugar para "criaturas extrañas". Por supuesto, es normal toparse con otros amantes de las catacumbas, más conocidos como cataphiles. Existen cámaras que ofician como puntos de encuentros de cataphiles, en donde se puede conversar y contar un breve recreo con intercambio de experiencias e historias en las catacumbas antes de proseguir.

Ángeles de la Muerte: Joan Vila (El Celador de Olot)

Cuando vamos a un hospital ó clínica esperamos ser atentidos y que nuestra dolencia sea aliviada por parte del personal médico, pero, qué pasa cuando nuestras vidas dependen de personas desequilibradas que fingen cuidarte para luego satisfacer su desmedida hambre de muerte? Esto viene pasando desde hace años, muchos conocemos al más famoso Ángel de la Muerte, el doctor Joseph Mengele y también a Harold Shipman al cual se le atribuyen más de 400 muertes por inyectar dosis letales de morfina en sus pacientes.

El caso que les vengo a presentar aconteció entre los años 2009 y 2010, el perpetrador de estos asesinatos lleva en su espalda la muerte de 11 ancianos en Olot, un municipio de la provincia de Girona en España, con lo que se suma a la lista de asesinos seriales de la historia negra española.


El celador del geriátrico de Olot llevaba 20 años en tratamiento psiquiátrico sin que nadie detectase sus pulsiones homicidas. Joan Vila Dilmé ha confesado la muerte de 11 ancianos de La Caritat.

A los 25 años, Joan Vila Dilmé acudió al psiquiatra obsesionado con un "temblor de manos". La manía le ha perseguido durante dos décadas. El celador de la residencia La Caritat, en Olot (Girona), repetía una y otra vez en la consulta su preocupación por cómo influía en los demás su supuesto temblor. Según él, incluso le despidieron de su trabajo de camarero porque se le notaba.

Sin embargo, a Vila no le tembló el pulso, según algunas versiones, para obligar al menos a tres ancianas inmovilizadas a ingerir por la fuerza productos cáusticos. Las mató en la semana del 12 al 17 de octubre de 2010 como una forma peculiar de eutanasia, según su confesión. Él era su cuidador. El informe previo del forense apunta a que en los cadáveres de cuatro personas exhumadas por orden judicial "hay evidencias compatibles con la ingesta de sustancias abrasivas".

Vila ha confesado ante el juez el asesinato de 11 ancianos (nueve mujeres y dos hombres) y ha mostrado dudas en otro caso. Lo hizo durante 14 meses, según su relato. La muerte de Paquita Gironès, de 85 años, el 17 de octubre desenmascaró los crímenes del celador de Olot. Esta octogenaria fue derivada al hospital Sant Jaume, en la ciudad, a pesar de las reticencias de Vila: "No hace falta que aviséis a la ambulancia. Se está muriendo". Los médicos del centro vieron que la mujer tenía quemaduras en las vías respiratorias, el esófago y la boca. "Después de acabar su turno de trabajo, Vila acudió al hospital a ver cómo estaba la Sra. Gironès", recoge el acta de inspección del Departamento de Acción Social y Ciudadanía de la Generalitat de Cataluña.

Tras la terrible muerte de Gironès, en medio de una horrible agonía, los Mossos d'Esquadra iniciaron la investigación. Los médicos habían alertado de que el fallecimiento no era natural. "Hicimos gestiones para ver si ella misma se había tomado el veneno accidentalmente o con intenciones suicidas. Pero rápidamente descartamos esta hipótesis al comprobar que la mujer estaba imposibilitada", explica una fuente de la investigación. El cerco se estrechó: el autor del asesinato no podía ser nadie ajeno al centro porque ocurrió por la noche, en una residencia con varios controles para entrar y salir.
 
 
Los Mossos d'Esquadra interrogaron al día siguiente a una veintena de trabajadores del hospital y la residencia. Entre ellos estaba el celador. Los agentes se incautaron de las grabaciones de las 28 cámaras de vigilancia del geriátrico. En las imágenes vieron cómo Vila entraba en el cuarto de la limpieza a las 20.43 y cerraba la puerta en actitud sospechosa. Un minuto después salía del habitáculo y tomaba el pasillo hacia la habitación 226, donde dormitaba Paquita Gironès. Cinco minutos más tarde aparecía de nuevo en el pasillo y se dirigía a un lavabo próximo. Al cabo de unos segundos, se le veía en las imágenes en dirección a las escaleras. Diez minutos después una auxiliar de geriatría encendía la luz del distribuidor, camino de la habitación de Gironès. Allí descubría a la anciana agonizante. "La encontré de lado, con la mirada extraviada, la boca entreabierta, y la lengua de un color extraño, como grisácea, y con un poco de sangre en el labio. Corrí a buscar Joan Vila. Él siempre sabía qué hacer en estos casos", explicó la empleada María Asunción a los mossos.

Todos los indicios apuntaban a Vila. El celador, acosado por los agentes, se derrumbó y confesó que había obligado a la anciana a ingerir un producto de limpieza mediante una jeringa. Esta fue localizada en una papelera próxima a la habitación de la víctima. Vila utilizó GM6, un desincrustante ácido contenido en una botella de plástico de color blanco de un litro. Su acción es la destrucción tisular mediante la deshidratación de los tejidos y la abrasión de los músculos, según el forense.
 
 
Al día siguiente, tras enterarse de que habían detenido a un celador de la residencia La Caritat, Anna se puso en contacto con los Mossos d'Esquadra. Su tía, Sabina Masllorens, murió cinco días antes que Paquita Gironès. Anna relacionó en ese momento a Vila con el comentario que le hizo el dueño del tanatorio de Sant Joan de Les Fonts, Gregori Brunsó: "¿Su tía llevaba mascarilla de oxígeno cuando murió? Tenía unas extrañas marcas moradas en la cara que ni siquiera hemos podido disimular con el maquillaje". El causante de esas señales acudió con su madre al velatorio de la anciana para dar el pésame a la familia. Los parientes ignoraban entonces que Vila, con gran cinismo, había dejado escrito en el registro del geriátrico: "Exitus. La sobrina, el sobrino y el resto de familiares, muy agradecidos por el trato y las atenciones dispensadas a Sabina durante su estancia en el centro".

Los mossos preguntaron a Vila por la muerte de Masllorens. El celador confesó en ese momento que también la había matado. "Estaba sola en su habitación, medio dormida. Le metí lejía en la boca con una jeringuilla. Ella no dijo nada. Pareció como si se ahogase. Luego avisé a la enfermera Dolors Garcia, que dijo que seguramente había sufrido una hemorragia interna. No tardó en morir".

Horas más tarde, ante el juez, confesó el asesinato de Montserrat Guillamet. La mató cuatro días después de haber acabado con Masllorens y un día antes del asesinato de Gironès. "Le di de beber lejía con un vaso de plástico blanco. Tuve que dárselo yo porque ella no podía. Le dije 'verás que ahora te encontrarás bien'. Yo pensaba que la estaba ayudando, que le facilitaba la vida porque había perdido la cabeza, tenía vómitos y el cuerpo rígido. Me daba mucha pena. Ella empezó a toser, tosió mucho, tenía como angustia y parecía que quería vomitar. Me marché y fui al comedor a repartir cenas a otros ancianos".
 
 
Antes de morir en el hospital Sant Jaume de Olot, rodeada por sus familiares, y sufriendo terribles dolores, Guillamet intentó quitarse varias veces la mascarilla de oxígeno. Sus hijos se lo impidieron. Hoy se preguntan si aquel acto desesperado de la mujer minutos antes de morir era para explicarle que Vila le había obligado a beber lejía. La directora médico del centro, Josefina Felisart, destacó el "gran sufrimiento" que padeció la víctima.

Mossos d'Esquadra, el fiscal Enrique Barata y el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Olot, Leandro Blanco, no salían de su asombro. Se enfrentaban a un posible asesino en serie, sin un móvil claro. No había robos, ni abusos sexuales. ¿Por qué Vila exterminaba a los ancianos a los que debería cuidar? ¿Por qué utilizaba un método tan cruel? Él aseguraba que le daban pena y les quería llevar "a la plenitud", aliviando sus males.

El magistrado ordenó revisar todos los muertos que hubiera habido en La Caritat desde que entró Vila a trabajar en diciembre de 2005. Los Mossos d'Esquadra presentaron la lista: de los 59 fallecidos en ese periodo, casi la mitad, 27, murieron en los turnos de Vila (fines de semana y festivos). Este año, 12 de los 15 fallecidos en el geriátrico fueron mientras Vila estaba trabajando. En 2009, cinco de la docena de muertes se habían producido estando él de guardia.

Después de analizar las historias clínicas de los internos muertos durante este año, los forenses encontraron ocho casos sospechosos. Sus muertes difícilmente se podían explicar como naturales. El juez ordenó el 19 de noviembre exhumar los ocho cadáveres enterrados en los cementerios de Olot, Sant Salvador de Bianya y Castellfollit de la Roca, los tres municipios cercanos. Vila acabó confesando el 30 de noviembre que había asesinado a seis de los ocho ancianos. Además, se atribuyó la muerte de dos octogenarias en 2009. El juez ordenó días después que se exhumasen también sus cadáveres.
 
 
¿Qué pasó por la cabeza de Vila? ¿Por qué se había convertido en un ángel de la muerte? "La gente que le conoce no se lo explica. Fue un adolescente como tantos. A los 18, iba al pub de Can Manel, en Castellfollit de la Roca, un pueblo de mil vecinos en el interior de la provincia de Girona, donde vivía con sus padres, Encarnación y Ramón. Una familia modesta catalana, que trabajó en una fábrica del pueblo hasta que cerró. Vila, hijo único, a sus 45 años no se había independizado y seguía fuertemente unido a su madre.

"Había chicos más echados para adelante y otros más retraídos. Joan estaba entre los segundos", explica una amiga de infancia, que pide el anonimato. "Era muy buena persona, tímido e introvertido. Tenía una voz un poco afeminada, pero jamás le vimos decantarse por hombres o por mujeres. Nunca salió del armario", añade.

Por entonces, Vila estudiaba peluquería en un centro de Olot. En sus ratos libres quedaba con las muchachas del pueblo y practicaba con ellas. "Nos hacía peinados a la moda. En aquella época se llevaba el estilo del grupo de música Mecano". Cuando los jóvenes del pueblo salían por Olot, Vila no solía beber ni fumar. "Era un chico de muy buen rollo y muy sanote. Estoy convencida de que es verdad eso que dice de que mató a las ancianas como un acto de amor. No ha sabido dónde estaba el límite", sostiene la antigua amiga de infancia. A su entender, Vila no tuvo una adolescencia fácil: "Su vida ha tenido varios golpes. En su juventud debió sufrir mucho por tener la cara marcada por el acné. Y además por su indefinición sexual. Encima, su sueño de la peluquería no salió bien".

A los 23 años, Vila decide montar una peluquería en Figueres, Tons Cabell-Moda. Antes ha estado trabajando como peluquero en otro local en Girona, cuya dueña le define como un joven "muy exigente consigo mismo". Después de pasar una temporada allí, decidió dejarlo. "Quería ir a Barcelona a formarse y a mí me pareció bien", recuerda la ex compañera. Al volver a Girona, la llamó para que le asesorase en el negocio que quería montar en Figueres. "Le dejé productos de cosmética y le ayudé en lo que pude". Poco a poco, la peluquería arrancó y Vila contrató a una chica para que le echase una mano. "Pero a los dos años se cansó y cerró el local", cuenta la mujer. En el pueblo se dice que Vila decidió clausurar su establecimiento agobiado por una supuesta estafa.

La vida de Vila empezó a sufrir turbulencias constantes que le llevaron a saltar de un trabajo a otro. Algo pasaba en su cabeza y decidió pedir ayuda. A los 25 años, el 9 de julio de 1990, acudió por primera vez a la consulta del psiquiatra Jordi Pujiula, en Olot. Le dijo que tenía dificultades para retener lo que leía y que sentía miedo ante las aglomeraciones de gente. Cada uno o dos meses volvía a ver al doctor y le desgranaba sus fobias y sus angustias.
Al cabo de unos meses el joven entró en barrena. Se volvió inestable e inseguro, acomplejado por su "homosexualidad y su afeminamiento". Por primera vez, Vila confesó a su psiquiatra una obsesión enfermiza que le acompañará a lo largo de los años y le ocasionará más de un problema: un supuesto temblor de manos.
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En aquella etapa, se encontraba perdido, desorientado y se vio abocado a una espiral de constantes cambios en su vida en busca de un equilibrio inalcanzable. Quizá eso explica por qué empezó a hacer cursos de todo tipo: quiromasaje, cocina, modisto, masajes, reflexología podal... En diciembre de 1994 inició las clases para ser auxiliar de clínica, pero las acabó dejando. Vila mostró por primera vez cierto interés en el mundo de la medicina, donde 16 años después cometerá sus crímenes.

Pero todavía no se dedicó de lleno a la sanidad. Optó por apuntarse a la Escuela de Hostelería del Alt Empordà y comenzó un periplo por restaurantes y hoteles de la provincia, de Roses hasta Olot. En sus constantes visitas al psiquiatra, el celador daba muestras de angustia, agobio, pérdida de control, ansiedad, insomnio, dificultades de concentración, falta de energía, astenia... Para combatirlo se tomaba coca-cola, café, bebidas energéticas, ginseng. Devoraba chocolate y le costaba controlar su peso. Comía compulsivamente y le preocupaba lo que pensaban de él los demás. Los temblores de manos le martirizaban. Creía que su entorno se fijaba en ese problema.
En octubre de 1999, sobrepasado por las circunstancias, el celador probó con un nuevo psiquiatra, el doctor Josep Torrell Llauradó. A sus 34 años, sufría crisis de pánico, tenía poca autoestima, era influenciable y se obsesionaba por las cosas. Jamás tuvo ninguna relación sentimental. Durante las muchas sesiones con el médico, a varias de las cuales acudía acompañado de su madre, el paciente relataba su inestabilidad laboral, aunque admitía que le gustaba cambiar de trabajo.

Al año siguiente trabajaba en una pizzería en Empuriabrava, una urbanización costera del municipio de Castelló d'Empúries. Vila frecuentaba en verano la zona, donde tiene un apartamento de 20 metros cuadrados en un edificio mastodóntico de 17 plantas. Allí nadie conoce a nadie y eso, lejos del ambiente asfixiante de su pueblo natal, le permitía aflorar su otra cara. Un cocinero que trabajó con él recuerda que solía ir a una discoteca cercana de ambiente gay, situada en un polígono industrial, plagado de camiones, oscuro y alejado de todo.
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El temblor de manos siguió obsesionándole y así se lo cuenta a su psiquiatra una y otra vez. Una y otra vez relata al doctor Torrell que le sudan las manos y que no paran de temblarle. Le receta ansiolíticos para relajarle. A pesar de su percepción, personas de su entorno aseguran hoy que no recuerdan que padeciera este trastorno. Pero él está convencido de que sí, incluso cree que fue despedido de un restaurante en Olot porque el encargado consideraba que no podía ser camarero si le temblaban las manos.

En mayo de 2005, Vila entra en contacto por primera vez con ancianos. Consigue un contrato en la residencia geriátrica El Mirador de Banyoles, un pequeño establecimiento privado. "Las personas podrán gozar de un lugar tranquilo, soleado y con vistas panorámicas", un sitio "cómodo y agradable" para los residentes, según recoge su web. Su director, Jaume Caules, nunca sospechó de él. El día que Vila renunció a su puesto para irse a La Caritat, Caules le dejó las puertas abiertas para que volviese cuando quisiera.

Una compañera de trabajo recuerda que era el preferido de los ancianos. "¿Hoy no está Juanito?", preguntaban cuando Vila no les aseaba y les daba de comer. "Cuando todas nos íbamos a casa, él se quedaba fuera de su horario, planchando la ropa para que al día siguiente los abuelos fueran conjuntados. Él siempre decía que le gustaría ir al tercer mundo a ayudar a la gente. Era una persona de confianza, uno de los nuestros".

En El Mirador aguantó ocho meses y lo dejó para irse a La Caritat, en Olot, que está más cerca de su casa paterna, en Castellfollit de la Roca. Sigue con sus crisis de angustia y los temblores en las manos, de forma que decide tratarse en un centro de acupuntura. Persiste el cansancio, está decaído, con dificultades de concentración. Por primera vez Vila, el chico bueno de pueblo para el que nadie tiene una mala palabra, siempre dispuesto a ayudar a todo el mundo, se siente irritable. Incluso discute en alguna ocasión con sus compañeros de trabajo. Curiosamente, esos episodios de ira se producen en el otoño de 2009, cuando ya había asesinado a Rosa Babures y a Francisca Matilde, según ha confesado al juez Blanco.

Vila, que primero contó que mató a tres octogenarias con productos cáusticos, ahora asegura al magistrado que con el resto de sus víctimas utilizó un cóctel de barbitúricos (en seis de ellas) e inyecciones de insulina (en dos). El informe previo del forense, sin embargo, apunta que miente. De los ocho casos sospechosos, en cuatro hay indicios de que los ancianos pudieron morir intoxicados con algún producto abrasivo. Todavía hay que esperar al análisis de los tejidos para tener certezas.
Uno de los hechos más recientes confesados por el presunto asesino es el de Francisca Matilde Fiol, 88 años, a la que mató el 19 de octubre de 2009. Los forenses todavía no han emitido un dictamen sobre las causas del óbito. Su hija María Dolores contó a los mossos que aquel día notó cómo a su madre le salía por la boca una especie de líquido transparente, maloliente, que luego se tornaba espeso y oscuro. ¿Era esto el veneno usado por el celador para acabar con la mujer? Vila sostuvo ante el juez que ayudó a morir a la octogenaria dándole insulina cuando ambos estaban solos en su habitación, la 308. Falleció horas después en el hospital Sant Jaume de Olot.
 
 
¿Cómo se explican los asesinatos en serie de Vila, un hombre bien visto en su entorno y al que los psiquiatras que le trataron durante 20 años nunca le detectaron un perfil homicida? ¿Cómo es que nadie se dio cuenta de que era una bomba de relojería? Vicente Garrido, profesor de Criminología de la Universidad de Valencia, opina que "este tipo de personas sienten una especie de desequilibrio, de turbulencia, que les impide llevar una vida convencional y matan para restablecer el control". A su entender, "mataba para aliviarse de sí mismo".

La compulsión es el rasgo característico de los asesinos en serie, dice Garrido. Eso, según su criterio, es compatible con el trastorno ansioso depresivo con rasgos obsesivos que le diagnosticaron los psiquiatras. "Son diferentes a los asesinos convencionales. Estas personas están trabajando cuando matan. Quizá no lo harían sin esa facilidad. A ellos la posibilidad de acabar con las vidas les parece enormemente fácil", indica Garrido. Su objetivo es "ganar control sobre su vida, sentir sensación de dominio, como si se tratase de una droga".
 
 
El abogado del celador, Carles Monguilod, ha pedido al juez que unos peritos psiquiátricos examinen a su cliente. El magistrado ordenó el 2 de diciembre que dos médicos forenses especialistas elaboren un informe que determine "el estado psicopatológico, posibles trastornos de personalidad, anomalías en la esfera cognitiva, volitiva y/o afectiva y, finalmente, se determine un posible perfil psicopático" del encausado. Mientras tanto, el grupo de Homicidios de la Unidad Territorial de Investigación prosigue las pesquisas a la espera de conocer el contenido de varios pen drives y los dos ordenadores que intervinieron en la casa de Vila. Además, se llevaron batas médicas, zapatos y otras piezas de ropa para aclarar si tenían restos de productos tóxicos. El resultado definitivo de las autopsias determinará si es aconsejable exhumar más cuerpos.
 
 
Sus padres, Encarnación y Ramón, han ido a visitar a Joan a la unidad psiquiátrica de la cárcel de Brians, en Barcelona, donde está recluido. Durante las dos horas que estuvieron cara a cara, ni él ni sus progenitores mencionaron los 11 asesinatos confesados. El celador les dijo que estaba bien, que hacía cursos de cerámica. La visita a la cárcel es una de las pocas salidas que los padres de Vila han hecho desde que el 18 de octubre su hijo fuese detenido. Permanecen encerrados a cal y canto en su casa, en Castellfollit de la Roca. Ni siquiera abren las ventanas del balcón que da a la calle, frente a la iglesia. Unos vecinos les hacen la compra. No quieren oír hablar de periodistas. Una de las escasas ocasiones en que Encarnación bajó a la calle se encontró con la hija de una de las ancianas asesinadas. Ambas se echaron a llorar. "Tú eres víctima, pero yo también soy víctima", se dijeron.

Enriqueta Martí, la vampiresa de Barcelona

*Si buscás información de esta mujer encontrarás que se le llama "vampira" pero yo en el título decidí corregirlo.
Este es un artículo bastante extenso pero que vale la pena leer, pues es una de las páginas más negras de la historia española del siglo XX.

Enriqueta Martí sembró de horror la Barcelona de 1912. Secuestraba, prostituía y asesinaba a niños para extraerles la sangre, las grasas y el tuétano de los huesos y elaborar pócimas que sus clientes consideraban mágicas. El relato de las dos niñas que liberó la policía fue recogido por la prensa de la época con buena dosis de morbo.


Tras el delicado nombre de Enriqueta Martí se esconde una de las personalidades criminales más feroces de la historia negra de España. Secuestradora, prostituta, alcahueta, falsificadora, corruptora de menores, pederasta, bruja y asesina son algunas de las actividades que ejerció durante su vida esa mujer a la que el pueblo de Barcelona bautizó como “la Vampira del Carrer Ponent”. Y todo empezó de una forma bien simple, con un desmentido oficial que trataba de negar la realidad, algo que ha venido sucediendo siempre a lo largo de la historia. El gobernador civil, nada menos que Portela Valladares, trataba de convencer a todos de que era “completamente falso el rumor que se está extendiendo por Barcelona acerca de la desaparición durante los últimos meses de niños y niñas de corta edad que según las habladurías populacheras habrían sido secuestrados…”.

Pero el rumor, ese runrún que se extendía por calles y plazas, mercados y patios de vecinos, era completamente cierto. Eran muchos los niños que a diario desaparecían en las grandes ciudades durante aquellos años y los padres, para amedrentar a sus hijos, para hacerlos más precavidos, les contaban tétricos relatos sobre “el hombre del saco”.

Por aquellos días de febrero de 1912, apenas tres años después de la Semana Trágica, la mayor parte de ciudadanos de Barcelona andaban preocupados por la desaparición de una niña de cinco años llamada Teresita Guitart sobre cuyos detalles y circunstancias se estaba extendiendo ampliamente la prensa.

Había ocurrido a la caída de la tarde del 10 de febrero en la calle de San Vicente. Ya era casi de noche cuando Ana, la madre de Teresita, se había detenido a la puerta de su domicilio a charlar con una vecina y le soltó la mano a la pequeña en la creencia de que subiría sola hasta el piso. Pero no fue así. Cuando el marido vio llegar a su esposa sin Teresita, preguntó extrañado: “¿Y la nena?”. La buena mujer lanzó un grito y bajó corriendo a la calle, pero ya era demasiado tarde, no había rastro de la niña.

Lo que había ocurrido era que Teresita, en lugar de subir a su casa, se alejó un poco, curioseando, y de repente sintió que una mano cogía la suya y que una mujer extraña le decía con acento mimoso: “Ven, bonita, ven, que tengo dulces para ti”. La pequeña, ilusionada, se dejó llevar un trecho, pero, al ver que se alejaba demasiado de donde estaba su madre, soltó su manita y trató de regresar. Demasiado tarde. La desconocida desplegó un trapo negro con el que cubrió por completo a la niña, la agarró en brazos para ahogar sus sollozos y protestas, y se perdió con su presa en las sombras de la noche.


 Y Barcelona vivió más de dos semanas con el corazón en un puño pensando en la suerte que habría podido correr la infeliz Teresita Guitart. Todos los esfuerzos policiales resultaron, como casi siempre, nulos. Sería una vecina fisgona, una chafardera, la que descubriría el paradero de la niña desaparecida.
 Se llamaba Claudina Elías, y un buen día se fijó en la carita de una niña que la miraba a través de los sucios cristales de un ventanuco y le pareció que su expresión era implorante. Era la casa de la vecina del entresuelo, en la que vivía con un niño y una niña, pero el deplorable rostro de aquella criatura de cabeza rapada no le resultaba familiar. “Mira que si se tratara de la desaparecida Teresita”. Se lo comentó al colchonero que tenía la tienda en la misma calle de Poniente (hoy Joaquín Costa) y éste se lo hizo saber al municipal José Asens, quien se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.


Y fue éste el que a primera hora de la mañana del 27 de febrero de 1912 llamó a la puerta del entresuelo 1ª del número 29 de la calle de Poniente. Le abrió una mujer que acababa de despertarse.

–Buenos días. Vengo a inspeccionar su domicilio, pues hemos tenido una denuncia de que tiene usted gallinas.

–¿Gallinas? ¿A quién se le ocurre? Eso es mentira.

–Si me permite…

Y el brigada Ribot penetró en el piso descubriendo al fondo del pasillo a dos niñas de corta edad. La dueña de la casa reaccionó y le dijo que sin una orden del juez no podía pasar. Pero era tarde. Ribot se acercó a la pequeña, que tenía la cabeza rapada.–¿Cómo te llamas, guapa?

–Felicidad

–¿No te llamas Teresita?

La niña vaciló y acabó diciendo: “Aquí me llaman Felicidad”. Ribot preguntó a la mujer quién era aquella niña y ella respondió que no lo sabía, que se la había encontrado en la Ronda de San Pablo el día anterior y le había dicho que estaba perdida y que tenía hambre y ella se la había llevado a casa. “La otra es mi hija y se llama Angelita”, añadió. No había ningún rastro del niño que la vecina decía haber visto en repetidas ocasiones.

Una vez en la Jefatura de Policía, que entonces estaba en la calle de Sepúlveda y cuyo máximo responsable era José Millán Astray, la secuestradora fue identificada como Enriqueta Martí Ripollés, de 43 años y con antecedentes… por corrupción de menores.
Había sido detenida en 1909 en su domicilio de la calle de Minerva, donde descubrieron que tenía un prostíbulo de menores de ambos sexos y de edades que iban desde los cinco hasta los 16 años. Con ella había sido detenido un cliente joven que resultó ser hijo de familia distinguida. Enriqueta fue procesada, pero la causa se perdió en los archivos gracias a las influencias ejercidas por una persona muy conocida y muy poderosa de la ciudad.

La vida de Enriqueta Martí estuvo siempre muy relacionada con la prostitución. Ella misma comenzó a ejercerla antes de cumplir 20 años, el día en que se dio cuenta de que siendo criada no se llegaba a ninguna parte. Fornicó en los lupanares de más baja estofa de la zona vieja y marinera de la Puerta de Santa Madrona hasta que un día decidió probar fortuna casándose con un pintor incomprendido y fracasado, Juan Pujaló, un pobre tipo que se alimentaba de alpiste, como los pájaros, porque lo había aprendido en un manual de naturismo. Diez años duró la relación, aunque hasta seis veces se separaron en este periodo. La última y definitiva había sido cinco años antes.
 
Por eso la policía pudo descubrir que Angelita no era hija de Enriqueta porque así lo declaró el infeliz de Pujaló, que explicó que el fracaso de su matrimonio se debía a que “Enriqueta es muy aficionada a los hombres y acostumbra a frecuentar ciertas casas que a mí no me gustan”. Posteriormente, los médicos comprobaron que efectivamente Enriqueta nunca había dado a luz.
¿Quién era, pues, Angelita y dónde estaba el niño que vivía con ella en la calle de Poniente? Enriqueta no fue nada explícita en sus declaraciones y siguió manteniendo que la niña era suya aunque semanas después reconocería que se la había quitado nada más nacer a una cuñada a la que hizo creer que lo había perdido en el parto. En cuanto al niño, explicó que se llamaba Pepito, que tenía cinco años y que se lo habían dejado para que lo cuidara. “Pero como se puso malito lo llevé fuera de Barcelona para que se cure”.

Poco a poco, a base de testigos que se presentaban espontáneamente a declarar, pudo irse trazando la personalidad de la secuestradora. A pesar de que no tenía problemas económicos, solía mendigar y acudía, vestida como una pordiosera y acompañada casi siempre de un niño o una niña, a centros de acogida, conventos, parroquias y asilos pidiendo limosna y comida.
Ésta era su ocupación por las mañanas, pero a media tarde salía de su casa elegantemente vestida con sedas y terciopelos y tocada la cabeza con pelucas y sombreros. ¿Qué lugares frecuentaba? ¿A quién visitaba?


Las declaraciones de las dos niñas, fundamentalmente la de Angelita, vinieron a demostrar que Enriqueta Martí era mucho más que una alcahueta secuestradora y corruptora de niños. Teresita contó al juez que aquella mujer, nada más llegar al piso, le dijo: “¿Verdad que sientes picor en la cabeza? Anda, hija mía, déjate cortar el pelito y te pondrás buena”.
La niña se dejó hacer mientras la mujer le decía que a partir de ahora se iba a llamar Felicidad y que ya no tenía padres y que ella era su madre y que tenía que llamarla “mamá” cuando salieran a la calle. Pero nunca salió a la calle ni le estaba permitido asomarse al balcón o a las ventanas. Le daba mal de comer –patatas y pan duro–; no le pegaba, pero solía darle fuertes pellizcos.

Su única distracción era jugar con Angelita, porque ella no llegó nunca a ver a Pepito en la casa. A veces se quedaban las dos solas y era cuando tenían más miedo y todos los ruidos las asustaban. Pero un día Angelita le dijo: “Vamos a ver qué tiene mamá en los sitios donde no nos deja entrar”. Y entrelazando sus manitas penetraron casi a oscuras en las habitaciones prohibidas. Teresita tropezó con algo que resultó ser un saco. Lo abrieron y, al descubrir su contenido, lanzaron un grito de horror: había un cuchillo grande y unas ropas de niño manchadas de sangre.

La declaración de Angelita fue aún más sobrecogedora. Ella sí conoció a Pepito, un niño rubio de su misma edad con el que solía jugar hasta que un día… “Mamá no se dio cuenta de que yo la vi cómo cogía a Pepito, lo ponía sobre la mesa del comedor y lo mataba con un cuchillo. Yo me fui a mi cama y me hice la dormida”.
Tanto impresionaron al pueblo de Barcelona las declaraciones de las dos pequeñas que se abrieron suscripciones populares para abrirles una libreta de la Caja de Ahorros y hasta fueron presentadas en público. En el teatro Tívoli, por ejemplo, se celebró una función en su honor y en los carteles se decía: “Teresita y Angelita asistirán a la representación desde un palco”.

Pero lo más tremendo todavía estaba por llegar. Fue a raíz del registro que se produjo en el entresuelo de la calle de Poniente. Los del juzgado se quedaron atónitos cuando entre aquellas habitaciones sórdidas y malolientes descubrieron un suntuoso salón amueblado con gusto exquisito. El mobiliario, las lámparas, el cortinaje, las butacas y los sofás debían de haber costado una fortuna.
En un armario colgaban dos trajecitos de niño y otros dos de niña; había medias de seda y zapatitos a juego con los trajes. Y también fueron encontrados las pelucas rizadas y los finos trajes de confección que Enriqueta vestía en sus misteriosas salidas.
Un paquete de cartas llamó la atención de los funcionarios. La mayoría estaban escritas en lenguaje cifrado, y abundaban en ellas las contraseñas y las firmas con iniciales. Apareció también una lista, una relación de nombres, que daría mucho que hablar a la opinión pública.

En la cocina encontraron el saco del que habían hablado las dos niñas y, efectivamente, contenía un trajecito de niño y un cuchillo ensangrentados. En otra habitación descubrieron un saco de lona, aparentemente lleno de ropa sucia y vieja, pero en cuyo fondo había huesos de reducido tamaño que posteriormente se confirmaría que eran de criaturas infantiles.
Hasta 30 se contaron entre costillas, clavículas, rótulas… Todos ellos presentaban la particularidad de que tenían señales de haber sido expuestos al fuego, lo que, según los médicos, excluía que pudieran servir para estudios anatómicos y hacía suponer que más bien los pobres niños habían sido sacrificados para extraer grasa de sus cuerpecitos. Esta afirmación era en respuesta a la explicación que días más tarde daría Enriqueta justificando que tenía recogidos aquellos huesos para estudios de anatomía.


Tras un armario descubrieron la cabellera rubia de una niña de unos tres años, y la macabra expedición concluyó en una habitación cuya cerradura tuvieron que forzar y en la que aparecieron medio centenar de frascos, rellenos, unos, de sangre coagulada; otros, de grasas, y el resto, con sustancias que fueron enviadas a un laboratorio para su análisis.
Junto a las pócimas había un libro antiquísimo con tapas de pergamino que contenía fórmulas extrañas y misteriosas. Y también un cuaderno grande lleno de recetas de curandero para toda clase de enfermedades, escritas a mano, en catalán y con letra refinada.

A partir de aquel descubrimiento no se hablaba de otra cosa en la ciudad más que de Enriqueta Martí, y los principales periódicos nacionales, que por entonces se componían de unas 16 páginas, le dedicaban a diario un par de ellas para contar, como si fuera un folletín, las novedades del caso bajo titulares como: “Los misterios de Barcelona”.

Entre los testimonios de personas que trataron a Enriqueta o sufrieron sus actividades se contaban historias tan dramáticas como la de una mujer de Alcañiz que acababa de llegar a Barcelona a buscar trabajo con un bebé en brazos. La buena mujer se sintió desfallecer y se sentó en el umbral de una casa. Una desconocida, de tono amable, se le acercó; era Enriqueta.

–¡Qué nena tan bonita!, ¿quiere que le dé un rato el pecho?

–A mi hija nadie le da el pecho más que yo –respondió la baturra.

–Pues a mí me gustaría dárselo. Me parece que lo que usted tiene es hambre. Vamos a esa lechería, que le pago un vaso de leche. ¡Pobre mujer! Traiga, que ya le llevaré yo a la niña.

Y la mujer, que estaba desfallecida de hambre, siguió a la desconocida y entró con ella en la lechería. Enriqueta pidió un vaso de leche y exclamó de repente:

–Pero le sentará mejor con pan. Espere, que ahora mismo lo traigo.

Salió con el bebé en brazos y nunca regresó. Seis años tuvieron que pasar hasta que la desgraciada mujer de Alcañiz volviera a ver frente a ella, para identificarla, a la que le había robado a su hijo y sabe Dios lo que habría hecho con él.

Ante las abrumadoras pruebas, Enriqueta acabó reconociendo que era curandera y que vendía filtros y ungüentos. “Confecciono remedios utilizando determinadas partes del cuerpo humano”. Y, de forma repentina, vociferó: “¡Que registren el piso! ¡Que piquen bien las paredes y encontrarán algo! Como sé que me subirán al patíbulo, quiero que conmigo suban los demás culpables”.

No tan sólo el piso de la calle de Poniente fue registrado a fondo, sino también los otros domicilios que Enriqueta había tenido durante los diez últimos años. Y el resultado fue aterrador: en un piso de la calle de Picalqués fue descubierto un falso tabique que ocultaba un hueco en el que aparecieron más huesos, entre ellos varios de manos de niño. Dice la crónica que “con los huesos fue encontrado un calcetín de niño que debió de pertenecer a un hijo de familia muy humilde, porque está zurcido y añadido desde su mitad con hilo de otro color”.

En un piso de la calle de Tallers, en un escondrijo, hallaron huesos y dos cabelleras rubias de niñas de corta edad. En una torre de Sant Feliu de Llobregat aparecieron libros de recetas y nuevos frascos con sustancias desconocidas. Y finalmente, en el patio de una casa de la calle de los Jocs Florals de Sants descubrieron el cráneo de un niño de unos tres años, que todavía presentaba adheridos a la piel algunos cabellos y una serie de huesos que los forenses reconocieron como pertenecientes a tres niños de tres, seis y ocho años.


Diez fueron las criaturas identificadas como víctimas de Enriqueta que se incluyeron en el sumario. Los periódicos escribieron frases como: “Esos huesos hablan de crímenes bárbaros, y esos emplastos y esas curas, de supercherías medievales”. Y Millán Astray, jefe superior de policía, definió a la Martí como “una neurótica que se creía curandera, un caso de bruja antigua que hubiera sido quemada en Zocodover”.

No cabe duda de que la Martí utilizaba a los niños que secuestraba en una explotación doble: como objetos de placer para sus degenerados clientes y como materia prima para elaborar sus potingues. Llegó a especularse, y así lo recogen el escritor Núñez de Prado y el abogado leonés Jesús Callejo, que el origen de las actividades como hechicera de Enriqueta podría estar en que “en una de esas orgías pederásticas, uno de los niños perdió la vida y a partir de aquel momento decidió extraerles la sangre y no desperdiciar ni siquiera el tuétano y los huesos de sus víctimas”.

En aquella época, la tuberculosis hacía estragos, y estaba muy extendida la creencia de que el mejor remedio para detenerla era beber sangre humana y aplicarse sobre el pecho cataplasmas de grasas infantiles. Tan sólo dos años antes, un suceso había alarmado a España entera: el crimen de Gádor, en el que un curandero, Francisco Leona, había sacrificado a un niño de siete años, Bernardo González, para que el rico propietario Francisco Ortega curara la tisis que padecía bebiendo la sangre de la criatura y aplicándose sus “mantecas” sobre el pecho.

A nadie escapaba que tras los aberrantes crímenes de Enriqueta Martí tenía que haber personas con suficientes recursos económicos para satisfacer sus pervertidas necesidades. Y es en ese punto donde aparece la famosa lista de nombres hallada en el tugurio de la calle de Poniente, una lista de la que todo el mundo hablaba pero nadie conocía, una relación de nombres y domicilios en la que, se rumoreaba, figuraban médicos, abogados, comerciantes, algún escritor, políticos y otras personalidades.
La indignación y la furia comenzaron a apoderarse del pueblo de Barcelona, y la prensa más conservadora corrió a calmar los ánimos para evitar males mayores. Así, Abc llegó a decir que “los nombres y domicilios contenidos en esta lista son de gentes conocidas por su amor a la caridad, gentes que fueron víctimas de las socaliñas (que significa ‘engaños’) de la hechicera, que las conocía por haber acudido a sus casas a pedir limosna”.

Pero cuando saltó la noticia de que Enriqueta había intentado cortarse las venas con una cuchara de madera en su celda de la prisión de Reina Amalia, la irritación popular se convirtió en cólera y las autoridades temieron que si fallecía estallara un motín, pues los hechos de la Semana Trágica de 1909 estaban cercanos.
Para evitar el suicidio de Enriqueta se tomaron todo tipo de precauciones. “La cama de la Martí está colocada frente por frente a las de sus tres compañeras de reclusión para que éstas no la pierdan de vista, cualquiera que sea la posición que aquélla adopte para dormir, y tienen orden de destaparle la cara si ven que se cubre la cabeza con las ropas de la cama para evitar que con sus dientes se seccione una vena de la muñeca”.

Sin embargo, el interés por el tema comenzó a decaer al no producirse nuevos descubrimientos macabros y entrar toda la investigación en una fase rutinaria y farragosa. El periodista Luis Antón del Olmet concluía así la larga y espléndida serie de reportajes que dedicó al caso: “Estamos ante una de las criminales más tremendas y crueles de las que se tienen noticia. Movida por un fanatismo vesánico, ha ido matando niños durante diez años para sacarles las grasas y fabricar ungüentos. Es un caso inaudito, monstruoso, del que se hablará muchos años con estupor. Enriqueta Martí ha de tener leyenda, pero ¿será cosa de seguir glosando indefinidamente este suceso?”. Y para rematar la pérdida de interés por el tema, a mediados de abril, un transatlántico se hundió tras chocar con un iceberg. Se llamaba Titanic y las noticias sobre aquel desastre apartaron definitivamente de las rotativas a la Vampira del Carrer Ponent.


Meses después se supo que Enriqueta Martí había fallecido en el patio de la cárcel linchada por sus compañeras presas. Se especuló que antes de ser golpeada ya estaba muerta, envenenada por encargo de alguien interesado en su desaparición. Nada se pudo probar. Lo único cierto es que nunca llegó a celebrarse el juicio, que aquellas personas que figuraban en la lista, “tan amantes de la caridad”, se acostaron aquel día más tranquilas y que Enriqueta Martí Ripollés se convirtió en leyenda.

*Tomado de ElPaís.com

La butaca bizarra presenta:The Birds (1963)

Hoy les quiero traer esta joya del cine de terror, dirigida por el maestro del cine de terror Alfred Hitchcock (uno de mis cineastas favoritos), The Birds cuenta la historia de Melanie, una rica y hermosa joven de la alta sociedad de San Francisco, conoce casualmente en una pajarería a un abogado. Él es Mitch Brenner y ha ido a comprar un par de periquitos para su hermana Kathy, que acaba de cumplir once años. Mitch, que conoce a Melanie por la prensa, la trata despectivamente y se marcha dejándola rabiosa pero intrigada. Melanie decide encargar unos periquitos y llevarlos a casa del abogado, pero éste se ha marchado el fin de semana a casa de su madre. Melanie decide entonces darle una sopresa llevándole la pareja de periquitos a la ciudad natal de los Brenner, Bodega Bay. Cuando llega al lugar, los pájaros de la zona comienzan a atacar sin razón aparente a los habitantes del lugar. La situación se agravará a medida que avanzan las horas.


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Los amputados

Chan chan chaaaaaaan!!! (en Instants! no tenían el sonido que buscaba al parecer, demonios)

Bueno después de mi música de introducción, quiero decir primero que todo, que este tema me vino solo por que vi un video de una rubiecilla traviesa a la que le falta una pierna, entonces mis queridos cochinones! les quiero hablar sobre las parafilias que envuelven a estas personas, ñaca!

El meollo del asunto es que hay gente que se siente atraída sexualmente por este tipo de personas, que nacieron sin alguna parte de su cuerpo o tuvieron un accidente donde perdieron un miembro (cómo no sé, a mi no me gustan y eso que me gustan las cosas raras, menos el poop y el vómito.. tampoco los ojos... pero m3h no es sobre mi la entrada), y otras que sienten el deseo de mutilarse, fijo piensan que nadie en su sano juicio querría quedarse con muñones toda su vida por placer, pero OH! si hay y es que o sea ya nada me sorprende en esta vida, menos después de ver 2 guys 1 stump que me lo dejó bien claro... (si, ya dejenme con los videos)...


Estas parafilias son Acrotomofilia y Apotemnofilia respectivamente, muchos apotemnófilos han sido examinados por un psiquiátra pero éstos no presentan ninguna enfermedad mental que los lleve hacia ese tipo de conductas, o sea se amputan por que quieren, les fascina y este es el caso de Alex Mensaert (creo que el más conocido)... cuenta su historia que sufrió un accidente en donde perdió una pierna, al señor le gustó tanto estar sin ella y sintió tan bien al no tenerla que buscó cirujanos clandestinos y así logró que le amputaran la otra pierna y uno de sus brazos hasta el codo, al parecer se detuvo por miedo a perder la poca autonomía que le quedaba (sicko), pero bueno, he aquí unas fotos del hombre en cuestión:







Para que vean que a los pobres desgraciados estos a los que les falta un miembro no les falta la diversión y hasta la utilidad a su amputación, les dejo este link y este es el video de la rubia que les dije al principio... enjoy!

De verdad que a veces no sé que rayos le pasa a las personas por la mente, en serio... a mi me gustan las personas enteritas, además creo que andar lleno de prótesis no debe ser nada divertido, pero bueno cada quien hace con su cuerpo un florero si quiere, yo con eso no me meto... mientras sean felices, todo bien para mi.
 
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